Imaginemos una vivienda en la que no hace falta el uso de la climatización para vivir en ella en las mejores condiciones de comodidad y confort. Esto es lo que se busca hoy en día, la alta eficiencia energética, y así es cómo funciona una casa pasiva. Pero ¿es posible esto? ¿Qué requisitos tienen este tipo de edificaciones? Te lo contamos a continuación.
Qué son las casas pasivas
Las casas pasivas son edificaciones inteligentes que están diseñadas para reducir al máximo su demanda energética, manteniendo en todo momento las máximas condiciones de habitabilidad en su interior. En la mayoría de los casos, no es necesaria la utilización de equipos de climatización para mantener la temperatura confortable, por lo que consiguen una reducción de hasta un 90 % del consumo energético.
Una casa eficiente energéticamente está proyectada para utilizar fuentes de calor pasivas, como pueden ser la energía del sol, la respiración humana o el calor de los electrodomésticos para poder cubrir toda la demanda de calefacción que necesita. Al mismo tiempo, en su diseño se tienen en cuenta ciertos aspectos como la orientación, el soleamiento, la ventilación cruzada o el empleo de plantas o zonas verdes, que contribuyen a mantener la temperatura confortable en verano e invierno dentro de la vivienda.
En caso de necesitar energía, las casas pasivas se abastecen por fuentes renovables como la solar, la geotérmica o la eólica, entre otras. Y es que la sostenibilidad con el medio ambiente es la segunda característica principal de este tipo de construcciones, donde su diseño está basado en optimizar las ganancias térmicas, minimizando sus pérdidas de forma muy efectiva.
Las casas pasivas tienen unos principios constructivos que están regulados por diferentes normativas y certificaciones. Una de las más exigentes es la passivhaus, donde establece las condiciones mínimas que deben tener estas edificaciones, y que se ha convertido en un estándar de calidad dentro de este tipo de construcciones.
Cómo funciona una casa pasiva: los 5 principios básicos
Lo más importante para saber cómo funciona una casa pasiva es entender que debe ser capaz de tener una temperatura interior confortable sin la utilización de equipos de climatización. Y para ello, se tiene que aprovechar todo el calor generado en el interior de la vivienda evitando las pérdidas o ganancias térmicas con el exterior.
Para ello, un aspecto importante es evitar esas pérdidas energéticas que suelen darse en las diferentes partes de una vivienda. Según estudios en física constructiva, los elementos donde se producen estas fugas son un 25 % en cubiertas, un 35 % en muros exteriores, un 15 % en cimentación y un 25 % en las puertas y ventanas.
Para que una casa pasiva consiga esos objetivos, debe estar diseñada de acuerdo a 5 principios básicos:
- Un gran aislamiento térmico: evitar la transmitancia con un buen aislamiento impedirá las pérdidas o ganancias de temperatura según sea verano o invierno. Debe hacer que la envolvente del edificio o vivienda mejore sus prestaciones térmicas y, para ello, se coloca en muros, cubiertas y cerramientos.
- Eliminación de los puentes térmicos: estos son los puntos más débiles de una construcción, suelen estar en bordes, esquinas, encuentros, conexiones… Y es donde se producen grandes pérdidas energéticas, en algunos casos hasta un 30 % de la totalidad.
- Puertas y ventanas altamente eficientes: estos son elementos que tienen una gran importancia en la envolvente de una casa. Debe prestarse atención a una correcta instalación y recurrir a dobles o triples acristalamientos para evitar las pérdidas energéticas.
- Hermeticidad: todos los cerramientos de la vivienda deben asegurar su estanqueidad.
- Ventilación mecánica controlada: la ventilación con recuperación de calor permite una buena calidad del aire en el interior de la vivienda. Estos sistemas son capaces de aprovechar hasta el 80 o 90 % de la energía interior para la ventilación, por lo que no es necesaria la apertura de las ventanas ni las pérdidas o ganancias de temperatura ocasionadas por ello.
¿Merecen la pena las casas pasivas?
Ya hemos visto cómo funciona una casa pasiva y los condicionantes constructivos que deben tener. Ahora bien, ¿merecen la pena?
Dados los requerimientos técnicos y de diseño de las casas pasivas, estas suelen costar en torno a un 5 o 10 % más que las convencionales. Pero teniendo en cuenta los ahorros energéticos que producen (en algunos casos del 90 %), ese sobrecoste se puede amortizar en 8 o 10 años debido al ahorro en las facturas de la luz que proporcionan.
Por otro lado, hay que destacar la gran sostenibilidad de estas construcciones, al aumento de eficiencia energética hay que sumar la utilización de materiales beneficiosos para el medioambiente y el empleo de energías renovables. Por lo que resultan casas que contribuyen a preservar nuestro planeta.
También, otro aspecto a remarcar es la mejoría en la respiración que tienen los habitantes de las casas pasivas. El ser humano respira en torno a 5 o 6 litros de aire por minuto, lo que hace un total de 8600 litros diarios. En este tipo de viviendas, todo el aire pasa por un sistema de ventilación que equilibra su humedad y lo limpia gracias a sus filtros incorporados. Así que se puede decir que las casas pasivas dan salud a las personas que viven en ellas.
Saber cómo funciona una casa pasiva es entender que serán las viviendas del futuro. Facilitarán una disminución en la demanda energética de un país y, además, contribuirán a mantener el ecosistema debido a la gran sostenibilidad que permiten, tanto en el empleo de sus materiales como en las fuentes de energía que utilizan. Es la revolución constructiva del siglo XXI.